El televisor, el invento del siglo
Este aparato, tan común en nuestros hogares, fue en otra época el
punto central del hogar y marcaba un lugar de encuentro. Sin embargo, hoy
parece más un disgregador de familias.
Por: Sara Gamboa Jaimes
“Poder ver y oír a la gente que estaba por allá
en otros lados, en vivo y presentando un programa, le parecía a uno un
descreste”, me dijo Ofelia Villegas cuando la visité para que me contara sus
experiencias con el televisor y esas cosas que ha tenido que aprender a manejar
a trancazos, como ella dice.
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Ofelia Villegas |
Ofelia Villegas es amante a las vajillas
italianas, las plantas y las telas. No es alta, tampoco baja. Tiene el pelo
corto, mono y sin un rastro de canas. Es viuda, tiene dos hijos y tres nietos. Daniel,
el mayor de ellos,la define como una mujer apasionada por la vida, positiva,
trabajadora, inteligente, refinada y generosa.
Esta mujer nació en Salamina, municipio de Caldas
y actualmente es bióloga con ínfulas de diseñadora porque dedica su vida a
hacer medias para curar quemaduras y várices.
Me recibió en su casa. Estaba viendo La Voz Kids y me dijo: “A mí me encanta
este programa. Lloro y todo viéndolo”. ¿Quieres comer?, me preguntó. Después
nos sentamos en el comedor y de un viejo mueblesacó su vajilla de té italiana
con flores, fina y antiquísima, pero como nueva.Escuché un “vamos a hacer la
tarea”. Era Martha, su amiga de toda la vida, poniendo orden.
Entonces, como si supiera qué quería saber yo,
empezó a hablar. Sin embargo, la paré, pues ella es de esas que hay que parar y
no empujar. “Yo me críe en un pueblo donde no había nada de nada. Éramos casi
unos colonizadores –dice Ofelia– no
había luz ni había acueducto y en las noches mi casa permanecía llena de velas”.
Le pregunté cómo había conocido el televisor y
me dijo que cuando tenía 12 años se fueron para Manizales y allá lo conocieron,
en la casa de un vecino. Al mes compararon uno en la suya y todos los del
sector iban allí a ver el espectáculo. Eso fue más o menos en el 1955.
Estaba sentada con las piernas cruzadas. La
izquierda encima de la derecha y hablaba naturalmente. “Los primeros televisores
eran unos aparatos de tamaño mediano para poner en una mesa. Ya después fue que
los hicieron todos grandes y con patas. Eso no era sino prenda y apague porque solo
había un canal”, dijo Ofelia.
¿Y tus papás qué pensaban de ese aparato?, le pregunté.
Ella movió sus brazos como si estos fueran a hablar y afirmó que sus padres
eran maravillados con todo eso, especialmente su papá porque le encantaban los
inventos. Para él ver una especie de fotografía moviéndose era descrestante.
¿Qué era lo que más veían?, le dije. “Lo que
más me acuerdo que veíamos era una novela en vivo. Nada era grabado y entonces
no nos perdíamos eso. Todos nos sentábamos en la sala a ver televisión. Lo
poníamos en la sala como adorno. Es que yo tuve televisor en la habitación
cuando mis hijos estaban más o menos grandecitos –señala– primero eso era para
todo el mundo”. En ese momento cayó un trueno que la hizo parar de hablar y
cerrar por el aguacero la puerta del balcón.
La conversación se alargaba. Ella hablaba hasta
por los codos, se reía y contaba todo como si estuviera viviéndolo otra vez. De
pronto vi que empezaba a callar y le pregunté sobre cómo lo inauguraron y me dijo:
“¿Qué?, ¿el televisor?” La miré y le respondí que sí.
Sonrió y con las siguientes palabras dijo: “¡Ah
no!, eso era un espectáculo, novedoso como él solo. Ya después se fue
popularizando y todo el mundo lo compraba. Es que Rojas Pinilla trajo unos
televisor es y daba muchas facilidades a la gente para que los comprara”. Martha
la interrumpió diciendo: “Eso era caro, no era barato”. “Más que caro era un
lujo –siguió Ofelia– eso de tener dos no era para todo el mundo”.
Aprovechando que Martha rompió el hielo y
hablaba, les pregunté qué decían las personas del televisor y ambas concluyeron
que era el invento del año o, más bien, del siglo.
Ellas empezaban a hablar. Martha le recordaba
cosas a Ofelia y viceversa.
¿Cuántas horas de televisión veían al día?, ¿qué
personajes no olvidan?, les pregunté. Se miraron y Ofelia de inmediato
respondió: “Veíamos de 7 p.m. a 9 p.m. porque eso no era todo el día, es decir,
el noticiero y una novela”.
“Acuérdate que Hernán Castrillón daba las
noticias”, interrumpió Martha, quien no olvida 007, una novela sobre una telefonista enamorada de alguien que la
llamaba.
“Y cuando llegó la televisión a color eso fue
lo máximo.Por ejemplo, en un reinado de belleza Gloria Valencia decía que ojalá
pudieran ver todo a color. Y cuando eso pasó, mis papás eran maravillados
viendo los vestidos”. Así recordó Ofelia el momento en que el blanco y negro se
reemplazó por el color, pero nunca se vio afectada la radio.
Miré el reloj. Eran las 9:30 p.m. Ofelia
parpadeaba y me di cuenta que me quedaba poco tiempo, así que empecé con la última
tanda de preguntas.
¿Qué era lo mejor de ver televisión antes?,
dije rápidamente. “Lo mejor era que se prestaba para unir y como había sino una
sola cosa para ver, todos veían lo mismo. Además, había más oportunidad de
comentar, hablar y opinar al respecto de los programas. Ahora, por lo general,
veo televisión sola”.
Para ella este aparato ya no une a las familias
como antes porque cada uno está su cuarto y hay muchísimo para ver. Por esto,
Ofelia reitera que ya no se comparte de la misma forma.
No siendo menos le pregunté a Ofelia qué
artículos tecnológicos usaba y contestó: “El iPad y el iPhone, aunque me considero
muy ignorante en esto”. Para ella el que más le ha cambiado la vidaes su iPad
porque solo con un toque consigue cosas que jamás habría imaginado.
Ofelia llena de palabras y refranes continuó
hablando. “A nosotros nos ha tocado un cambio increíble, es decir, pasar de la
mula al jet. Pero ustedes nacieron en una civilización tan avanzada que uno se
pregunta acerca de qué cosas los irá a descrestar”.
Muy resignada me contó que ya tenía televisor
en su cuarto porque le tocaba como medio para actualizarse. “Mira que, aunque
la gente carezca de muchas cosas, lo primero que consigue es el televisor”, finaliza
Ofelia.
Por último, le pregunte si estaba enredada con
la tecnología y me respondió de manera afirmativa porque incluso ha querido
contratar a alguien que la oriente en el tema y me lanzó una carcajada. Así,
nos paramos entre risas, le tomé una foto, le di un abrazo y chao.
Finalmente, de esta conversación tan amena con
Ofelia concluí que tiene razón: “El televisor ya no une a las familias como
antes”.
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