lunes, 11 de mayo de 2015

0 Dejarse vigilar es cuestión de seguridad personal

El control que se ejerce sobre la sociedad es una evidencia tecnológica

"Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro. Si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganaras otra. Si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla". Sun Tzu

Por Santiago Valencia Céspedes

La tecnología avanza casi a la velocidad de la luz, pero la sociedad debe hacer buen uso de ella y sacar el mejor provecho para el bienestar de todas las personas. El concepto que tienen estas cuando escuchan la palabra tecnología lo relacionan automáticamente con computadores, celulares, juegos, aplicaciones o viajes a la Luna por mencionar solo algunos, pero pocos piensan que para lo que más ha servido a la sociedad es para vigilarla indirectamente y llevar un control individual que parece general.

Los avances tecnológicos le han permitido a las diferentes instituciones llevar un control y ejercer una vigilancia, para que ante cualquier riesgo que aparezca y afecte el orden que se lleve se pueda encarrilar nuevamente.
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No lo observas, no lo percibes, no te das cuenta y no lo pides, pero desde la concepción te están vigilando por tu seguridad y la de los que te rodean. No quisiera atreverme a pensar que hasta cuando te están concibiendo hay una cámara grabando el momento. Lo que si estoy seguro es que hay dos testigos que tienen la seguridad de la hora, el momento y el lugar. Desde ahí te están vigilando…

Cuando tu madre se da cuenta de que está en embarazo empiezan los controles prenatales y ecografías que sirven para vigilar que el feto tenga un desarrollo normal. Por ejemplo, el control prenatal es cada mes y si el embarazo no tiene ningún riesgo se hace una sola ecografía para determinar el sexo del niño. Pero si el embarazo tiene riesgos, serás sometido a mayor control y vigilancia.



Al nacer te hacen una serie de exámenes para determinar que estas bien, son controles como la clasificación de tipo de sangre, el examen de tiroides para descartar la posibilidad de un retardo mental y el Apgar, que consiste en un examen físico que determina el nivel de vitalidad del bebe. La clasificación de este último es de 0 a 10, si estas por encima de siete eres normal, pero si estas por debajo de esta cifra eres un caso de mayor atención y vigilancia.

Sin embargo, falta uno de muchos exámenes, el de paternidad. Tienes que tener suerte de que tu padre no desconfíe de tu madre. Este no es obligatorio pero hoy en día se ha vuelto muy común tal vez por la vigilancia a la que estamos sometidos.

En tus primeros cinco años la supervisión no cambia, por lo contrario se incrementa, pero por tu seguridad es mejor así. Te llevan a controles de crecimiento y desarrollo, tienes un carnet de vacunación y tus padres están todo el día pendiente de ti registrando los mejores momentos: cómo fue la primera palabra, los primeros pasos, el primer diente, etc. Todos estos recuerdos se pueden mostrar gracias a la tecnología y sus diferentes formatos: fotos, videos o audios.

Existen padres más conservadores que otros. Sin embargo, a los que les interesa darte a conocer registran tus eventos en las redes sociales y en segundos la mitad del mundo se ha enterado de tu crecimiento, si eres lindo o feo, a quién te pareces y hasta se atreven a pensar qué profesión ejercerás en el futuro por tus rasgos físicos. Ya haces parte de una red mundial, no tienes privacidad y solo tienes cinco años.

Luego, paralelamente a tu crecimiento, los controles son todos los días. Solo cambia la institución que lo realiza. Es decir, tienes otros ojos o cámaras sobre ti. Primero fue la familia, luego la salud y el Estado, pero felicitaciones, has conseguido otra: la escuela. Ya haces parte de una comunidad y te van encauzando por un mismo rumbo. ¡Y eso que no estoy contando con la omnipresencia de Dios a través de la Iglesia!

Sigues con tu vida normal y rutinaria, has adquirido más responsabilidades y eso te hace un ser aún más vigilado y controlado. Vas consiguiendo un grado de autonomía para decidir tu personalidad y tus gustos, lo que te lleva a ser también vigilante.

Pero no hemos llegado a la mayoría de edad, que prima entre 18 y 21 años según las leyes de tu país. Ahora decides cómo vestirte según tu grupo de amigos, qué comer, tu música, tus hobbies, qué deporte prácticas, a cuál red social de Internet perteneces y si estás en un grupo normal o en los mal llamados anti-sociales. Si haces parte de este último no te extrañes si te señalan, pues en esta sociedad la mitad más uno es muy conservadora.

Cuando adquieres la mayoría de edad te sientes libre, pero es un sofisma de distracción porque toda la responsabilidad de tus actos cae sobre ti. Ya puedes trabajar, ganar tu propio dinero, abrir cuentas de ahorro, tener tarjetas de crédito y hacer parte del mundo financiero (otra entidad de vigilancia en tu vida). Estas saben a qué sitios vas, qué te gusta, en qué gastas o inviertes tu dinero, si llevas una vida sedentaria o activa, qué te gusta leer o si odias la lectura. Mejor dicho, tienen tu hoja de vida.

El mundo de hoy es toda una sociedad de consumo y desde que estabas en el vientre de tu madre ya hacías parte de ella. Detente a pensar un momento y pregúntate, ¿por qué tus padres escogieron la clínica donde naciste?, ¿dónde compraron tu ajuar de nacimiento?, ¿qué marca de pañales usaste?, ¿qué leche tomaste después de que tu madre dejo la lactancia? Como si fuera poco, lo religioso también entra acá. ¿En qué iglesia fue tu bautizo?, ¿cómo se celebró? Es una sociedad de mercadeo en la que estas envuelto.

Hay otra institución que te controla y te vigila y es la más poderosa: el mercado. Sin esta el mundo no se movería y nosotros los seres humanos viviríamos literalmente como animales. Eso que estoy siendo benévolo porque hasta los animales ya tienen un espacio en este mundo consumista y rodeado de tecnología. Seríamos más bien como Adán y Eva antes de ser expulsados del paraíso.

Estás en una sociedad donde hay cámaras en todas partes, menos en tu casa, porque ahí tienes “seguridad”. Cuenta cuántas cámaras hay desde tu casa a cualquier lugar, sea el trabajo, la universidad, estadio, hospital, calles, etc. Sin embargo, estas son las que ves, cuántas habrá que no sabes dónde están o en lugares como hoteles y moteles que creemos que son lugares reservados y privados. Tal vez algún día veas un video en la red y te sorprendas como el último que lo ve y se entera.

Has cumplido todos los objetivos que te trazaste en tu vida, seguiste el ejemplo de tus padres o tal vez fuiste un rebelde y desviaste el camino, pero al igual que ellos perteneces a un mundo que se mueve con la tecnología.

La sociedad ejerce un papel de auto control y vigilancia y las instituciones continúan siendo un factor importante, no tan marcado como en épocas anteriores, ya que algunas son más fantasmales que otras, pero aún siguen atentas a controlar cualquier brote de rebeldía.

Ni la muerte podrá separarte de este tipo de sociedad absorbida por el consumo de tecnología. Cuando te mueres hay que llenar registros de medicina legal, acta de defunción. Tu cuerpo entra a un análisis para saber qué órganos pueden servir a otras personas si estuviste de acuerdo con donarlos. Todo esto gracias a la tecnología y los avances médicos.


Más vigilancia, control, datos, tecnología, más de lo mismo. Mejor dicho: "No es hasta que la muerte nos separe", sino "Ni la muerte podrá separarnos", como el deseo de cualquier enamorado que le dice a su novia.

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