Por Isabel Velásquez Córdoba
Para quienes no lo conocen, Javier Alejande da la impresión
de ser un hombre serio y sin ningún tipo
de diversión, un vendedor de videojuegos aburrido. Su expresión es seria,
quizás tímida, pero cuando se le pregunta sobre su pasión -los videojuegos-
muestra todo tipo de interés. Aparenta tener unos 43 años; 36 de los cuales ha dedicado a los video juegos, y gracias a ellos pasó tres
años de su vida en Estados Unidos y trece más en Japón.

Un hombre con una infancia solitaria, dedicada a los libros,
cómics y juegos, los cuales nunca fueron un obstáculo en su vida y por el
contrario le ayudaron a desarrollar otro tipo de habilidades que le sirvieron
para destacar en la escuela y los deportes.
“Afortunadamente, siempre fui un niño muy juicioso y gracias
a eso fue que recibí los premios que mis padres me daban. No me rayé en el
autismo que sufren algunos jóvenes con el cuento de los videojuegos, porque al contrario de lo que sucede con la mayoría de los padres
que toman los juegos como un premio para satisfacer lo buenos estudiantes que son, a mí no me pasó
eso. Mis papás, por naturaleza, me daban
las cosas.
¿Se sintió rechazado por este mundo freeky?
“Yo repito mucho esta frase que dicen algunos de los colegas ,
y es que la mayoría de las personas pretenden esconder al niño interno y dejan salir el zombi que tienen dentro. Yo
hago lo contrario: mato a ese zombi y dejo salir el niño interno. La mayoría de
las personas tienen un problema muy serio
y es que en sus primeros cuarenta años no logran superar su infancia y
viven peleando con ella. Los videojuegos nos ayudan a sacar ese niño interno”.
A pesar de que es consciente de los beneficios que se
obtienen con los videojuegos, Javier también admite que estos y la tecnología deben
ser bien enseñados y aprendidos por ambas partes puesto que si los padres no
conocen en el mundo en el cual sus hijos se están metiendo. y que es muy fácil
que caigan en lo él denomina las “herramientas
lúdico destructoras”, que son las redes sociales; las cuales deterioran la
personalidad y la honestidad, porque en ellas
se maltratan y ofenden a las personas. Afirma que antes de lanzar juego
al mercado se debería de orientar primero para que los niños no se salgan del
esquema.
“En la actualidad nos atosigan con tanta tecnología, pero
nunca nos enseñan a manejarla es el punto tal que cuando un producto nuevo
llega al mercado nos atosigan, un ejemplo de eso son las tablets, que tienen los medios invadidos. ¿Y hacen los niños con
ellas?, jugar un videojuego repetitivo y obsesivo que te obligan a comprar, te
obligan a pagar y te ponen a ver video todo el tiempo e interactuar con las
redes sociales”.
¿Entonces usted está
en contra de las tabletas portátiles?
No, estoy en contra de la desinformación de un padre que
compra un videojuego a un hijo y no sabe ni que es lo que está comprando, ni
sabe cual es la naturaleza de ese juego y con cual objetivo fue creado. Si el
papá se informará de lo que le está comprando a su hijo sabría en que mundo
está entrando su hijo y hasta que punto es pertinente dejarlo ir.
Es un fiel amante de los deportes y agradece que con los
videojuegos aprendió a desarrollar
ciertas habilidades y destrezas mentales, las cuales le sirvieron para practicar
disciplinas deportivas de las cuales hoy posee varios títulos.
Javier declara que lleva una vida normal al lado de su
familia y su esposa quienes comparten con él su pasión a los videojuegos.
Según el portal www.elmundo.com en Colombia no existe una cifra exacta sobre
la cantidad Ludópatas que hay. Sin embargo un vocero de Jugadores Anónimos de
Medellín, afirma que mensualmente entre 10 y 15 personas buscan ayuda en esta
identidad.
La especialista en rehabilitación neurosicológica de la
universidad del CES, Amelia Vélez, afirma que si se tiene control sobre este
tipo de adicciones no existiría una patología, sin embargo ella cuestiona
¿cuándo se dejaría de tener el control y quién define eso?
En la actualidad, Javier Alejande dirige un programa en torno
a esto que se Mundo Geek, en el canal Cosmovisión y a parte es profesor en la
universidad Pontificia Bolivariana.
“No soy un
ludópata –dice-. Jugar por jugar no es lo mío”.
0 comentarios:
Publicar un comentario